sábado, 22 de agosto de 2009

Sobre las leyes divinas

Los mandamientos de obediencia en el Viejo Testamento, eran dictados para la obediencia en el ser humano, o sea, reglas de comportamientos para los habitantes en el planeta. Pero los mandamientos de obediencia para el espíritu en el mundo inmaterial es otra conducta distinta a la de la materia. Esa obediencia tiene que salir del alma porque tiene que estar a tono con la naturaleza, o sea, en toda su pureza. La obediencia del ser cuando vive encarnado en este mundo, está a la obediencia que rige los mandatos de las leyes del planeta. Quiero decir, la obediencia en el Viejo Testamento son leyes que rige el planeta, y no para la obediencia del espíritu. Para aquellos tiempos muy bien escrito está que éramos como niños recién nacidos. En la desobediencia a nuestro Creador, perdimos reconocer quién en realidad somos. Perdimos reconocer nuestro verdadero hogar porque caímos en este mundo hecho para el diablo y sus ángeles. Somos los ángeles caídos porque fuimos los ángeles desobedientes.
Quiero repetirles que el espíritu guarda en sí sus deberes espirituales. Somos creación del Creador. Fuimos creados espíritus a su semejanza. Nuestro Padre no nos envió a este suelo terrenal para que vivierámos eternamente en él, sino para que sanarámos y regresáramos a nuestro mundo celestial. El que regresa a su mundo es el espíritu, y no la materia que tomó el espíritu para pagar los males que cometió en su alma. Una vez que el alma sana, entonces regresa a su hogar de origen. El espíritu tiene que lograr reconocer esa leyes del hogar de su origen para poder regresar al reino inmaterial.
Las leyes de nuestro mundo espiritual son invisibles como lo es el espíritu. Esas leyes invisibles son las que el espíritu tiene que recuperar porque en nuestra desobediencia perdimos los conocimientos de nuestro hogar de origen. Hermanos, no está eso escrito en el libro conocido como la biblia, porque no éramos capaces de reconocer en aquellos tiempos, que somos espíritus, y aún ustedes no son capaces de entender el libro de la verdad que solamente llega de tiempo en tiempo al planeta Tierra. Dos mil años después y aún no son capaces de aceptar la verdad que solamente llega del espacio cada vez que nuestro Creador quiere que nuestro espíritu de un paso más para su evolución. Nosotros evolucionamos en el espíritu y no en la materia, o sea, no humanamente. El lenguaje de nuestro Señor no es para entenderlo humanamente, sino espiritualmente. Eso fue lo que nuestro Señor quería que comprendiéramos en aquel tiempo. No era que creyéramos que el sexo era un pecado, porque no existirían las palabras ''ir y multiplicaos'' del Viejo Testamento. El Viejo Testamento muy bien era para esos tiempos. Sin embargo hoy siglo 21 y todavía la mayoría siguen oyendo la voz de Moisés, y se olvidaron de Jesucrito el señor de los señores. Todavía no pueden reconocer a quién le sirven. Todavía viven atolondrados con el manto negro puesto. Es más, cada vez que da el cambio (muere) uno de los suyos, lo primero que buscan es la tela negra para cubrir sus rostros en reflejo a su dolor. Yo les digo que no lloran por el que dejó su vestimenta carnal, sino por ellos mismos. Y están tan y tan aturdidos que le desean que descanse en paz. Qué descanso necesita el espíritu? Entonces es cuando menos puede descansar. Cuando busca lo que tenía que llevar consigo y no lo encuentra, ahí es donde comienza el martirio. Ese martirio en reconocer que no recuperó para lo que un día regresó al mundo a buscar. Esa oportunidad que todos tenemos para poder regresar a nuestro verdadero divino hogar. !Oh como se llora y se gime! Comprende entonces que tiene que comenzar otra vez en algún momento.
Cuando el espíritu recupera su sexto sentido puede comprender y recoger de su verdadero mundo, el mundo de los espíritus, el reino del espacio que los predicadores hablan pero que aún ellos desconocen, porque siguen siendo los ángeles caídos en este mundo.
Amén.

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