Estudien la Epístola de Santiago capt.1 versículos 16 y 17. Dice así: No os engañéis hermanos míos, carisimo, todo buen don y dádiva perfecta viene de arriba. Aquí en este mensaje que recibimos a través de la biblia, explica que todo buen don que se recibe de los cielos es perfecto. En otras palabras, que en el único lugar de donde se recibe la verdad, es de allá arriba de los cielos, o sea, del espacio. Y si estudian el evangelio de Juan capt. 3 ver. 27 dice así: No debe tomarse nada si no le fuere dado del cielo. También en San Mateo capt. 16 ver. 17 nos dice así: No es el hombre en la Tierra que puede revelar la verdadera palabra, sino que es por medio del espíritu. También nos dice nuestro único maestro: Bienaventurado eres tú Simón, porque no es la carne ni la sangre quien esto te ha revelado, sino mi Padre que está en los cielos. Qué nos quiere decir cuando dice que no es la carne ni la sangre? Vuelvo y repito, que no es el hombre, o sea, que no es carnalmente que se recibe, sino que es por el espíritu, para poder recibir el Espíritu de la verdad, y que está allá en el plano cósmico.
Hermanos míos, si continuamos a través de las santas escrituras podría seguir comprobando que la verdad está en aquel que el Altísimo envía. Pero, continuemos el versículo de la Epístola de Santiago con el que habíamos comenzado. Continúa diciendo: Desciende del Padre de las luces en el cual no se le da mudanza ni sombra de alteración. Vuelve y nos indica que cuando se recibe la santa palabra del Altísimo, que no se cambia esa gran verdad, o sea, que no se le da alteración . Observen que les indica, que es muy importante que conozcan que la verdad solamente se recibe del espacio, y no se cambia esa gran verdad, ni se le da alteración a la palabra del Altísimo.
Yo ahora les pregunto. Cuántos religiosos han hablado de esa gran verdad sobre esos versículos? Si lo hicieran quedarían esas cajas de cementos llamándolas casa de Dios, quedarían destruidas en todo el planeta Tierra. Vuelvo con mi inquietud revelándoles que no es por el hombre, o sea, que no es por colegios terrenales como se aprende a conocer al Dios de las Alturas, sino que es el espíritu en el plano cósmico. Es necesario reconocer nuestra propia iglesia, que es el espíritu. Si siguen estudiando la Epístola de Santiago capt. 3 vers. 13 al 17, pueden distinguir al ''dios'''de acá abajo como el ''Altísimo'' lo identifica, porque hermanos, yo les he estado predicando con hechos a través de la propia biblia que ustedes han estado alabando al dios terrenal por siglos y siglos. Las doctrinas de acá en el plano terrenal son interpretaciones que el materialismo único conoce, y que el Altísimo la identifica como sabiduría terrenal demoníaca.
Todos estos siglos y siglos le han enseñado que aprendan ser buenos mientras todo el planeta se ha ido deteriorando, porque han permanecido dormidos por el dios de las tinieblas. Vuelvo y repito, que la lectura del hombre es animal terrenal demoníaca. Escrito está en la biblia lo que acabo de decir. Estoy segura que más claro no puede cantar el gallo. A la humanidad le está pasando como lo que le pasó a uno de los discípulos de Jesús. Jesús le dijo a uno de sus doce discípulos que no esperara que el gallo cantara tres veces. No esperen que el gallo cante tres veces. Estoy en la seguridad total que todos ustedes entienden bien lo que quiere decir, animal terrenal demoníaco.
Hermanos, yo se que la verdad duele, pero es más doloroso la mentira, y principalmente cuando es dañino para el alma. En la verdad hay oportunidad para la sanación del alma, pero en la mentira permanece la oscuridad. !Que terrible es la oscuridad! Solamente se sabe lo terrible que es cuando se sale de la oscuridad.
Que el rocío de esa agua bendita a través de las energías del cosmos, sean de bendiciones para todos los que están en esa inquietud de encontrar la verdad. Les recuerdo que es un proceso de sacrificio interno que se somete el espíritu. Es en la única forma de aprender para recibir el tesoro del espíritu. El tesoro que nos ofreció nuestro Señor Jesucristo. Bendiciones para todos. Que así sea, Señor.
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